Esta «nueva normalidad» en donde cuidar a los seres queridos también significa tener distancia de ellos, es una realidad drenante y contraria a como solemos demostrar afecto. Somos seres sociales, de hábitos y costumbres. Esta Pandemia ha trastocado muchas fases que conforman nuestro ser, las interacciones, los pensamientos, la conciencia colectiva y nuestra cotidianidad. No es fácil, peleamos contra un enemigo invisible. Pareciera estar en todos lados y en ninguno a la vez. Es una amenaza nueva para las generaciones que la viven. Sin embargo, tenemos la historia, y no es la primera vez que el mundo enfrenta una pandemia, podemos con esta. A continuación voy a compartir qué he puesto en practica y cómo me cuido respecto a la ansiedad global.
- Dosifico la información– Es SUMAMENTE importante mantenerse al tanto de las instrucciones locales, medidas de prevención, datos y casos del Covid-19. Pero por otro lado, no es necesario estar inundado de información. Personalmente elijo un momento del día en el cual accedo a la información relevante sobre la pandemia. Lo hago al medio día, de este modo no comienzo ni termino el día con noticias. Procuro siempre que la información a la cual accedo provenga de fuentes fidedignas. En momentos así, muchas personas morbosas disfrutan de sembrar pánico a través de los Fakes news, y de este modo crear una pandemia de histeria y desinformación, de la cual nadie necesita formar parte.
- Crear un horario– Respeto mis horarios de comida y de sueño. Esto aporta una sensación de ‘normalidad’ que contrarresta la sensación de pérdida de control, a la vez que le doy beneficios a mi cuerpo. El cuerpo necesita una buena alimentación y tiempo de descanso. Evito dormir hasta altas horas de la noche, esto reduce mi estrés. Esas noches en las que no puedo dormir hago “mindfulness”. Es difícil mandar al cuerpo a descansar cuando la mente no se calla. Meditar tiene un sinnúmero de beneficios y entre ellos está ayudar a dormir. El ejercicio también es una excelente alternativa para crear bienestar y mejorar el sueño. Te invito agendar en tu horario la meditación y el ejercicio.
- No pensar en enfermedad, pensar en la Salud– Ya muchos han compartido ese secreto, eres lo que piensas, lo que atraes, eres energía y eres parte del universo. Cuando piensas en «Enfermedad» tus energías aportan a la enfermedad, vs cuando piensas en «Salud» tus energías van dirigidas hacia la salud. Pienso en lo que quiero, no en lo que no quiero. No solo me ayuda a atraer cosas bienvenidas a mi vida, si no que creo el hábito de pensar a mi favor.
- Estar agradecida– Cuando creo no tener nada que agradecer, pienso en ese aire que hoy respiro, muchos a causa de esta pandemia carecen de algo que el dinero no puede comprar, un soplo de aire en los pulmones.
- Escribir– No pretendo ser la próxima «Anne Frank» y tener un diario de mi encierro. Pero siempre he dicho que escribirse es amarse. Y en momentos como estos, la primera muestra de amor que necesitamos tiene que venir de nosotros mismos. Escribo lo que pienso, evalúo lo que pasa por mi mente y acepto mis pensamientos. Aquellos que entiendo necesito modificar, los reescribo a mi favor. Siempre hago este ejercicio desde la aceptación.
- Ser paciente – Desde la escuela hasta el trabajo siempre hemos sido entrenados para ser «productivos». Es válido sentirse mal al perder la productividad a la cual estábamos acostumbrados. Sin embargo, la productividad no es la única manera de crear, emprender, o salir de un estado de ánimo bajo. Si te sientes con ganas de hacer nada, pues tienes todo mi apoyo para que escojas un momento y no hagas nada, solo porque así te dio la gana e inclusive, que te sientas bien por no hacer nada. El momento en el cual te sientas preparado para reinventarte, será el momento perfecto, porque así lo sentiste. No se pueden educar emociones que no se aceptan, por eso cuando llega mi inspiración de hacer algo, actúo y no me castigo emocionalmente cuando no tengo energías para hacer algo.
- Abierta al cambio– En este evento vamos a aprender nuevas formas de comunicarnos, trabajar, pensar, comprar, estudiar y hasta amar. Hay una frase muy popular que dice «O te aclimatas o el clima te mata.» Alude a la selección natural, pues el proceso de adaptación siempre ha sido clave de supervivencia. Estamos en tiempos de crisis, pero no siempre crisis tiene que tener el tono catastrófico que le atribuye la cultura occidental. En la cultura asiática la crisis es interpretada como una oportunidad de crecimiento. Ejemplo, no sabes todo lo que necesitas para desarrollarte hasta que llega un momento donde careces de ello, tomas conciencia de la carencia y comienzas la búsqueda. Se valora la crisis como vehículo de conciencia para el progreso. Estar abierta al cambio me prepara para el mismo.
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